El llego y ya no la encontró, su mujer se había ido de la casa tres horas antes. Cansada de mentiras, de malos tratos e insultos. Ella partió con un profundo dolor en el alma, con el corazón apachurrado, porque a pesar de todo lo amaba, lo adoraba, pero era tiempo de que ella se amara un poco, un mucho. El, al ver que ella ya no estaba, sintió en su estómago una punzada de que era para siempre, para toda la vida esa despedida sin palabras, sin carta, sin adiós. Aquel hombre por primera vez en mucho tiempo sintió miedo, dolor, remordimiento y amor, si, mucho amor, un amor que lo estaba ahogando, un amor que lo estaba estrangulando. El hombre cabizbajo se metió a la cama, se cubrió por completo con una de las sabanas y empezó a llorar el inicio de una eterna agonía, a llorar como cuando sabes que no hay mañana, vuelta de página, a llorar como cuando sabes que agotaste hasta la ultima gota de oportunidad.
Modesto Ivan Zepeda Jr.
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