Tengo un corazón muerto en mi mano izquierda, ya no ríe, ya no late, ya no respira y se ha quedado seco, deshidratado, sin gota de sangre ni vísceras. No sé qué hacer con él ni qué decirle, me duele verlo así sabiendo lo feliz que fue, lo fuerte que reía y latía. Está tendido, inerte, pálido, ojos abiertos y una cadavérica sonrisa, pareciera que mirara el cielo, sonriendo, pero no, mi angustia es real y la lloro en pañuelo viejo.
Tengo cien ilusiones muertas en la otra mano, trajes de sueños y futuros pensados que ahora jamás serán besados ni disfrutados.
Tengo besos fracasados, marchitados en racimos, por montones, en una era desteñida y descolorida. En sus ojos ya no existe el sol, no brillan las estrellas y la noche en sus pupilas aún es más noche, huele a horrores y penas, a flores secas de un cementerio en el olvido.
Tengo un corazón fenecido en mi mano izquierda, murió solitario, amando, y llamando a ese amor que lo dejó eternamente esperando.
Modesto Ivan Zepeda Jr.
Triste final... como siempre mi poeta genial.
ResponderEliminarGracias bibi!!
EliminarPobre corazón....y pobre dueño de él. Siempre pensé que los corazones no se mueren, sufren mucho y se llenan de cicatrices, pero morir ...puede que resucite cuando otro amor aparezca, no? ¡Si, ha de ser así! Abrazote!
ResponderEliminarAsi sera amiga mia
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