Vuela un beso a la deriva,
sin escalas, sin destino,
sin esperanzas, sin exigencias,
vuela contra viento
y sin una boca
donde aterrizar.
El beso crece cada día más,
cada nube que atraviesa
lo va convirtiendo en un besóte,
en un besóte desesperado
e imparable.
Las lluvias suelen amainarlo,
lo obligan a descansar
y el beso detiene su vuelo
y se duerme en un rayo de luna
hasta el amanecer.
Ese beso ha recorrido
gran parte del hemisferio,
vuela y vuela en todo lo alto,
sobre las olas del mar
y siempre con sus ojos
de beso bien abiertos
lo mira todo minuciosamente
por si sale una boca digna
en donde aterrizar.
Muchos han intentado robarlo,
pedirlo, encerrarlo dentro de una jaula
para besos que se dan a la fuerza
y el valeroso beso
siempre se escapa
y vuela más alto
para pasar inadvertido
y por eso mismo
cada vez es más difícil
encontrar la boca soñada,
la boca que será perfecta
para el beso volador.
Algún día beso,
algún día serás boca,
lengua, saliva y amor
y dejaran de confundirte
con las golondrinas,
con las mariposas,
serás beso,
un beso y nada más.
Modesto Ivan Zepeda Jr.
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