Te veo y me das lastima, no puedo evitar sentir pena por ti, por lo tonta y nefasta que eres. Tus ojos te delatan en todo momento y aunque finges no mirarme, me miras, con esa arrogancia llena de inseguridad. Muchas veces he sentido tantas ganas de decirte que te vayas a la mierda, que ojalá te mueras pronto, que eres una hija de la chingada y del chingado, que tus besos eran amargos, que tu olor era fétido y que roncas como nadie por las noches, pero no me atrevo, un caballero nunca debe de insultar a una mujer, por más canina (perra) o cortesana (puta) que sea, nunca se les tiene que faltar el respeto a las muy culeras... ¿digo no?
Modesto Ivan Zepeda Jr.
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