Cuanto
amor vestido de lino, recuerdos que besan el frío de la espalda y la suavidad del vacío, y ese espacio que ya no tiene calor sino espejos que reflejan dos manos caminando por las calles del amor.
Cuanta
nostalgia encerrada en el limbo de dos bocas que se mataban a besos, de dos lenguas que se juraban amor eterno, una eternidad sin alas, sin vida, sin sangre.
Cuantos
trenes de destierro han pasado entre nuestros abrazos ahora ya desconocidos, como lenguas de Babel, calores congelados por el frío de la distancia y un silencio soberbio y amnésico.
Cuantos
recuerdos rotos, fotografías condenadas a cadena perpetua, al fuego del olvido y no me acuerdo. Cuanto tiempo invertido en momentos que ahora son sombras escondidas como secretos en un convento.
Modesto Ivan Zepeda Carrillo
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