Acércate a ella como un jaguar
cuando está por atrapar a su presa.
Tómala por la espalda lentamente
y deja que respire tu aroma de semental.
Desnuda sus hombros y acarícialos suavemente.
Permítele escuchar, sentir tu respirar
y que el latido de tus ganas penetre
hasta el último de sus sentidos.
Bésale el cuello, deja que tus labios hagan lo suyo
y por nada dejes de tocar sus hombros.
Chupa su oreja, invade con la lengua
su oreja como un colibrí a una flor.
Respira profundo y déjala sentir
tus tres días de barba en su nuca
y que sienta lo que es dolor y sabor.
Poco a poco incrementa la intensidad
de tus caricias y lengüetazos,
agarra sus pechos, tómala del pelo con varonil fuerza
y que sepa quién manda, quien es el hombre,
el sexo fuerte, el alfa, el macho y no porque seas superior
sino porque tienes el control sobre su voluntad,
sobre su cuerpo, sobre sus ganas y sus deseos.
Hazle saber que eres el dueño del liquido
que no deja de estilar entre sus piernas,
el orquestador de sus sueños más obscenos, oscuros y sucios.
Recorre con el fuego de tu lengua su cuello una y otra vez
y cuando crea que te detendrás,
arremete con más saliva y no la dejes respirar.
Al final, ya sin voluntad y sometida a tus encantos,
encárala, sométela y dale la estocada
que la llevara entre pétalos y mosaicos de pasión,
hasta el fondo del cielo.
Modesto Ivan Zepeda Jr.
Simplemente hermoso,cuando el hombre toma el control de hacer sentir a la mujer que ama de esa forma tan euforica me enloquece.
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