Cuando conocí a Veronica dije:
WOOW! Que belleza de niña, muy guapa ella, muy blanca, muy de labios rojos y gruesos y ojos obscuros como el fondo del mar. Sin duda a los pocos días quedé chalado, mi corazón de niño de once años quedó prendido ante aquella infantil belleza. Todas las noches antes de quedarme dormido imaginaba que me casaba con ella y que tenia una camioneta Toyota con llantas todo terreno -tipo Monster Truck- y la llevaba a pasear por toda la Madero hasta llegar a catedral para beber una malteada en el pingüino sin cola mientras veíamos pasar los coches. Yo me "enamore" muchas veces de niño, pero ella fue la primera niña que fue mayor que yo y no me importó enamorarme, ante la inocencia uno es siempre valiente. Y aunque -como siempre- me quedó el corazón ponchado, siempre la recuerdo cuando escucho la canción de Veronica con Victor Iturbe "el Pirulí" o cuando veo una camioneta Toyota con llantas grandes, muy grandes como mi amor por ella en aquellos años maravillosos.
Modesto Ivan Zepeda Carrillo